Visión y Aprendizaje.
Los niños que muestran falta de atención o dificultad para aprender algunas tareas, en muchas ocasiones padecen un problema visual que no ha sido detectado. Algunos estudios indican que un 30% del bajo rendimiento escolar es provocado por déficits visuales. Las dificultades con las que se encuentran los niños pasan desapercibidas para padres y docentes ya que el niño no nos avisa que tiene problemas para ver bien hasta edades avanzadas.
La detección temprana de problemas visuales, antes de los 6 años de edad, es fundamental para evitar que se puedan agravar. A lo largo del crecimiento se desarrollan determinadas funciones visuales que preceden a otras acciones más complejas donde intervienen atributos sensomotrices. Por ejemplo, el niño adquiere muy pronto el control sobre los movimientos oculares para seguir una pelota y hasta unos meses más tarde no será capaz de interceptarla o agarrarla con la mano.
En el proceso de aprendizaje la función visual incluye otras habilidades que se relacionan con la forma en que se procesa esa información. Algunas de estas cualidades son: la percepción de formas y movimiento, la coordinación ojo-mano, la visión en profundidad (estereopsis) o la capacidad de retener imágenes en la memoria. Cuando estas habilidades no están lo suficientemente desarrolladas se pueden producir alteraciones en el aprendizaje. La capacidad de concentración también puede verse alterada. Veamos como ejemplo la lectoescritura y las habilidades visuales que intervienen: en el aprendizaje de la lectura será necesario identificar formas y orientaciones de los símbolos y letras escritas. Además los músculos oculares deberán realizar pequeños movimientos coordinadamente y con precisión para recorrer un texto con agilidad. Por último se producirá la interpretación de los signos de escritura dotando esos símbolos de sentido y significado. Las funciones más importantes implicadas en los primeros estadíos del aprendizaje de la lectoescritura son: la percepción de formas, la apreciación de diferencias direccionales, la motricidad fina y la coordinación ojo-mano. Los déficits en dichas funciones pueden disminuir la velocidad o la comprensión lectora. La observación de esta íntima relación entre visión y aprendizaje es lo que ha dado soporte teórico a la escuela de optometría comportamental que intenta a través de la estimulación del sistema visual mejorar el rendimiento.
En otras palabras, una evaluación oportuna de las capacidades visuales del niño, pueden significar una gran diferencia en su rendimiento académico.
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